Ayer pinté un pequeño retrato al óleo de Juan Eduardo Cirlot.
Y como su Diccionario de símbolos siempre me acompaña y acudo a él con frecuencia en busca de conocimiento y consuelo, busqué allí algo relacionado con ello:
Rostro humano
En sí, el rostro simboliza la “aparición” de lo anímico en el cuerpo, la manifestación de la vida espiritual. Las infinitas fluctuaciones de los “estados de ánimo” que, por analogía, pueden relacionarse con variados órdenes de lo real, se reflejan en él, particularmente en la mirada.