viernes, 27 de marzo de 2020

SALIR

Mi taller se encuentra a unos 100 metros de donde vivo. Así que, a pesar de la amenaza del virus, salgo y paso allí algunas horas cada día, pues hay ciertos proyectos y encargos que no puedo desarrollar desde casa. Camino hasta el taller sin tocar nada ni hablar con nadie, cosa que ya hacía habitualmente antes de la pandemia. Una vez dentro, hablo conmigo mismo hasta que me pongo a dibujar y logro abstraerme durante un buen rato de lo que sucede fuera; o, mejor dicho, de todo aquello que ha dejado de suceder, de todo lo ausente, todo lo borrado, todo lo omitido. Quiero que conste que procuro hablar conmigo mismo manteniendo la distancia social recomendada, algo que, por otro lado, siempre se me ha dado bien.