He ido a ver “O que arde”, película de Oliver Laxe. Hacía
algún tiempo que no iba al cine. La paternidad me ha enseñado a elegir bien lo
que quiero ver. La espera ha merecido la pena. Es una película hipnótica de
principio a fin, oscura e iluminadora a un mismo tiempo. Creo que su hipnotismo
nace de su simbolismo. Lluvia. Bosque. Madre. Hijo. Montaña. Fuego. La película
es un caballo ciego trotando sobre las cenizas de un paisaje en extinción.
Ha removido muchas cosas en mi interior. La protagonista,
Benedicta, me ha recordado a mi abuela Felisa. Durante los veranos de mi
infancia, viví la vida en el pueblo de una manera de la que apenas quedan
huellas.
Salí del cine con los ojos y la mente en llamas. Con un
fuego dentro que tardará en extinguirse.