miércoles, 19 de enero de 2011

otro dibujo matutino

Los dibujos matutinos, realizados después de desayunar, no se parecen en nada al resto de los dibujos que hago. Soy de los que desayunan fuerte, soy de desayuno continental, incluyendo, entre otras cosas, cada mañana, un zumo de naranja recién exprimido. Adoro el zumo de naranja recién exprimido. Podría vivir de zumo de naranja recién exprimido. Creo que se nota que los dibujos matutinos los hago tras haber ingerido zumo de naranja recién exprimido. Creo que se nota que los hago con el estomago lleno pero todavía medio dormido. Son dibujos que nunca podría hacer después de comer o después de cenar. Son dibujos matutinos y se nota a la legua. Lo llevan escrito en cada trazo. Pero no me importa. Los acepto tal y como son, sin reprocharles nunca su candor matutino.

(El texto del bocadillo de este dibujo pertenece a Vicente Aleixandre, y lo leí en el blog de Luna Miguel mientras desayunaba)

5 comentarios:

Lara dijo...

Ja. Este, qué bueno.

Pablo Gallo dijo...

Sí,
es matutino!
es por eso.

v V¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨ polarporn dijo...

esa frase es verdaderamente más lúcida que la propia luz! no se en qué contexto se encontraba (ahora me pongo a invertigarlo) pero con esa imagen transmite algo muy dificil de comunicar tan condesadamente. la lucha por el espacio personal?

Pablo Gallo dijo...

Sí, hay que investigarlo. A ver que encontramos...

Pablo Gallo dijo...

VEN, SIEMPRE VEN

No te acerques. Tu frente, tu ardiente frente, tu encendida frente,
las huellas de unos besos,
ese resplandor que aun de día se siente si te acercas,
ese resplandor contagioso que me queda en las manos,
ese río luminoso en que hundo mis brazos,
en el que casi no me atrevo a beber, por temor después a ya una dura vida de lucero.
No quiero que vivas en mí como vive la luz,
con ese ya aislamiento de estrella que se une con su luz,
a quien el amor se niega a través del espacio
duro y azul que separa y no une,
donde cada lucero inaccesible
es una soledad que, gemebunda, envía su tristeza.
La soledad destella en el mundo sin amor.
La vida es una vívida corteza,
una rugosa piel inmóvil,
donde el hombre no puede encontrar su descanso,
por más que aplique su sueño contra un astro apagado.
Pero tú no te acerques. Tu frente destellante, carbón encendido que me arrebata a la propia conciencia,
duelo fulgúreo en que de pronto siento la tentación de morir,
de quemarme los labios con tu roce indeleble,
de sentir mi carne deshacerse contra tu diamante abrasador.
No te acerques, porque tu beso se prolonga como el choque imposible de las estrellas,
como el espacio que súbitamente se incendia,
éter propagador donde la destrucción de los mundos
es un único corazón que totalmente se abrasa.
Ven, ven, ven como el carbón extinto oscuro que encierra una muerte;
ven como la noche ciega que me acerca su rostro;
ven como los dos labios marcados por el rojo,
por esa línea larga que funde los metales.
Ven, ven, amor mío; ven, hermética frente, redondez casi rodante
que luces como una órbita que va a morir en mis brazos;
ven como dos ojos o dos profundas soledades,
dos imperiosas llamadas de una hondura que no conozco.
¡Ven, ven, muerte, amor; ven pronto, te destruyo;
ven, que quiero matar o amar o morir o darte todo;
ven, que ruedas como liviana piedra,
confundida como una luna que me pide mis rayos!

(Vicente Aleixandre)