Anti-faces nº13
(Montgomery Clift/Rita Hayworth, acrílico sobre lienzo, 55 x 33 cm)
Por Ánxeles Penas, crítica de arte
Pablo Gallo (A Coruña, 1975) expone en Moretart su juego de
máscaras o de rostros-máscara, que titula Anti-faces (Dobles identidades) y que
viene a ser una variante, en pintura, de sus dibujos de Hiperhíbridos,
recogidos en formato libro, en una edición de El Gaviero Ediciones.
La mezcla de identidades está en la base de su trabajo, como un
modo, a la vez, de disfraz y de caricatura, lo que supone transformar él o los
rostros conocidos en una imagen inédita e inquietante. Por tratarse, no de una
recreación, sino de la suma de dos mitades ajenas, el resultado produce
contrastes llenos de extrañeza, a la vez que, dado que trabaja con
personalidades muy conocidas, la mayoría del mundo del cine, rompe con el
estereotipo acuñado por la divulgación y pone en entredicho la idea de la
identidad. Recordamos, a este respecto, lo que Lawrence Durrell dice en El
cuarteto de Alejandría:” La identidad concebida como límites fijos es una
ilusión”.
De desvelar la ilusión, o lo que es lo mismo, la máscara que cubre
el rostro es de lo que aquí se trata y, puesto que “la cara es el espejo del
alma”, según el dicho popular, lo que le sale es esta alma híbrida o
directamente andrógina, donde los rasgos masculinos se casan con los femeninos;
de manera que una mirada dulce puede estar desmentida por el gesto adusto de
unos labios, lo encantador puede asociarse con lo terrible o lo gracioso con lo
reflexivo. El juego de la otredad o del alter ego está servido y Rita Haywort
ya no es la fascinante beldad que encandilaba a los hombres, sino la
melancólica efigie de Montgomery Clift y su suma revela el destino de dos almas
desdichadas, dos estrellas que se han encontrado en el desengaño. Igualmente,
la pareja Marlene Dietrich/ Bela Lugosi da a ambos un aire siniestro. Y el rostro
combinado Elvis Presley/ Lana Turner resulta directamente cursi. Y en conjunto,
todos estos rostros desnaturalizados resultan provocadores, se convierten en
máscaras de la comedia o de la tragedia, de la que tanto supieron los griegos,
dejando aflorar una psicología escondida y desvelando, además, los múltiples
aspectos fisonómicos y transformaciones de semblante a que los obligaba su
propio oficio de actores.
Pablo Gallo se ha atrevido literalmente –según confiesa– “a
partirles la cara a algunos de los personajes más populares del siglo XX.
Partirles la cara sin remordimiento alguno”. En otras palabras, descubrir el
Dr. Jekyll y el Mr. Hyde que todos llevan dentro.
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