A mediodía ha llamado a la puerta el cartero de Los Altos de Burgos. Me ha preguntado mi número de DNI y me ha entregado un paquete. Después, me ha deseado que tuviera un buen día y se ha despedido.
Nada más ver el paquete ya conocía su contenido. Su forma cuadrada y el nombre de mi amigo Diego Veiga en el remite lo delataban. Así que me he encontrado con la maravillosa edición en vinilo del primer disco de Moura, grupo del que Diego es cantante y guitarrista, y cuya música es, a un mismo tiempo, entre otras cosas, una oscura e iluminadora mezcla de psicodelia, rock progresivo y música tradicional gallega. Un asombroso proyecto que sigo con fervor y con el que me siento muy identificado en muy diferentes sentidos.
Enseguida he puesto el vinilo, a un volumen considerable, en el viejo tocadiscos que tengo en la casa del pueblo, y lo he escuchado con entusiasmo y meneo de torso y cintura mientras preparaba la comida.
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