domingo, 17 de enero de 2016

Lo que la música me ha dado


Lo que la música me ha dado no me lo puede quitar nadie, nunca. Y este sábado me he enterado de la muerte del gran Oriol Perucho. Y he recordado que en los años noventa escuchaba mucho ciertos discos suyos – como el titulado “Insultó, le multaron y dejo de comer”-, junto a otros de gente como Macromassa, Pascal Comelade, Mil dolores pequeños o Corcobado y los Chatarreros de sangre y cielo, y me compraba también la revista Noise club, en la que aparecían ese tipo de músicos insólitos y audaces, y en la que descubrí a gente como Rowland S. Howard, Crime and the city solution, Lydia Lunch, Nick Cave, Foetus, Fred Frith, John Zorn… yo tendría unos 18 años cuando descubrí todo aquello y, por suerte, me volvió bastante LOCO; el descubrimiento de América me parece una enorme tontería comparado con lo que para mí significó toda esa música. Y es curioso, porque entonces no conocía a gente que escuchase a esos músicos, y pedía por correo discos y revistas, y cuando llegaban a casa me parecía estar en contacto con un universo paralelo al que solo yo tenía acceso. Y todavía hoy, cuando escucho algunos de esos discos, me asalta a veces una extraña sensación extraterrestre difícilmente explicable mediante el encadenamiento de las palabras.

lunes, 11 de enero de 2016

Un homenaje a David Bowie


Y así me fotografió mi hermano, hace ahora más de veinte años –tendría yo unos diecisiete-, con un parche en el ojo, imitando a David Bowie, que aparecía entonces en la portada de la revista Ruta 66. Y desde que descubrí su música, siempre ha estado ahí, nunca me he cansado de escuchar sus canciones, desde la adolescencia hasta ahora, pues su canción “Rock and roll suicide” fue determinante para construir mi “Manual de ruleta rusa”, y escuché esa canción suya de manera obsesiva mientras avanzaba en el libro, y le retraté sujetando una pistola para que apareciese también en una de sus páginas... y ahí seguirán, su voz, su música, sus canciones, hasta el fin de los tiempos.